miércoles, 28 de abril de 2010

Istorio motibagarria

Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y
todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus
patitos, que siempre eran los mas guapos de todos.

Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los
huevos poco a poco y todos de congregaron ante el nido
para verles por primera vez.

Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos,
cada uno acompañado por los gritos de alborozo de la
Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que
tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el
más grande de los siete, aún no se había abierto.

Todos concentraron su atención en el huevo que
permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos,
esperando ver algun signo de movimiento.

Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un
sonriente pato, más grandes que sus hermanos, pero ¡oh,
sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis.

La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido
un patito tan feísimo y le apartó con el ala mientras
prestaba atención a los otros seis.

El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar
cuenta de que allí no le querían...

Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario,
empeoraba, pues crecía muy rapido y era flacucho y desgarbado,
además de bastante torpe el pobrecito.

Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían
constantemente de él llamándole feo y torpe.

El patito decidió que debía buscar un lugar donde
pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a
pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy
temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por
un agujero del cercado.

Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el
patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por
fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también,
porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito
le sirviera de primer plato. También se fue de aquí corriendo.

Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre
pues tuvo que buscar comido entre el hielo y la nieve y
tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.

Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque
donde encontró las aves más bellas que jamás había visto
hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con
tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado
porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía
nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía
bañarse también.

Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio
en el estanque, le respondieron:
- ¡ Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondio:
- No os burléis de mí! Ya sé que soy feo y desgarbado, pero
no deberíais reír por eso...
- Mira tu reflejo en el estanque- le dijerón ellos- y verás
como no te mentimos.

El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y
lo que vio le dejó maravillado. ¡ Durante el largo invierno se
había transformado en un precioso cisne! Aquel patito feo
y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos
cuantos había en el estanque.

Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió
feliz para siempre.



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